“La política social como producto… consiste en conclusiones alcanzadas por los individuos encargados del mejoramiento de las condiciones de vida y organización social de la comunidad”. Jaime Sobrino.
En qué momento, oportuno sin duda, se hicieron públicas las estadísticas sobre pobreza en México por parte de INEGI -el jueves 16 de julio- después y solo unos días del ya celebre 5 de julio del 2009, donde el PRI se “impuso” a la mediocridad política de los adversarios y de una CIUDADANÍA EMPOBRECIDA, contextualizado también con las cifras de tipo electoral que en su perfección define “cuánto le toca a cada partido político” y, en la duda adicional, si realmente somos más pobres; en consecuencia con menor consumo e ingresos. Veamos:
1.- La Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) para 2008, permitió que el Consejo Nacional de evaluación sobre la materia determinara que efectivamente la pobreza alimentaria, entre el año 2006 y el actual, aumentaba de 13.8% a 18.2%, mientras que la pobreza patrimonial pasaba de 42.6% a 47.4%; circunstancias que justificaban también una caída en los ingresos y en el consumo.
Sin embargo al observar las cifras de INEGI con detenimiento y al respecto de las TRANSFERENCIAS EN ESPECIE –todo lo que se aporta en “subsidio” a la economía familiar-, tanto las monetarias (Programas Sociales Gubernamentales: Oportunidades, Procampo, Adultos Mayores, incluso, Remesas, entre otros ingresos) y las no monetarias (Regalos, Autoconsumo, Servicios asociados a programas de gobierno – drenaje, agua potable, basura, canales a cielo abierto, entre otros); la situación implica dificultad en la forma para calcular y determinar quién es más pobre o no.
Porque la interpretación de la información y de las respuestas obtenidas en campo al aplicar la encuesta, para conocer el grado de pobreza y de ingreso, es complicada. De hecho se estima que la forma en que se asentó los datos es incorrecta en la ENIGH, en virtud a la consideración imprecisa de las transferencias en dinero, ya que tan solo entre el año 2006 al 2008, el Programa Oportunidades beneficio 4.2 millones de hogares, lo que implico 7 mil 600 millones de pesos. Tan importante como el dato relativo a las transferencias en especie no monetarias (Regalos, donativos, servicios a programas de gobierno, despensas, etc.) en donde por la dificultad de su medición INEGI, prefiere preguntar… a criterio del informante cuánto le cuesta lo que recibe.
2.- Sin embargo para la interpretación de la pobreza la Comisión Nacional de Evaluación, prefiere calcular la línea de pobreza con base en el costo de los alimentos, que no obstante el incremento en los precios en alimentos en los dos años anteriores (2006-2007), la duda sobre el “calculo” también implica la forma cultural en que nosotros los mexicanos gastamos nuestros ingresos, ya que aún con el incremento en los cereales, carne, leche y huevo todos los grupos de población incrementan su consumo y en consecuencia comieron más y mejor en 2008 que en el 2006 – salvo los considerados entre el 20% y 40% más pobre del país, los efectivamente pobres -.
Por supuesto que la explicación se sostiene en la forma en que los mexicanos “distribuimos” nuestros ingresos y transferencias, dedicando lo importante en la dieta incluso de proteínas. Lo que sin embargo no implica se descuiden otros renglones como educación, vestido y esparcimiento; pero todo con medida y adecuado a la cultura del mexicano promedio, excepto los efectivamente más pobres.
En tal circunstancia y forma cultural a la mexicana, ahora es entendible que el “triunfo electoral” más reciente del PRI, debe buscarse en la importancia de la Cultura de la despensa y dadiva, porque en ella se sostienen prácticamente, con datos de INEGI, más de 64 millones de compatriotas que se resisten cada día en ser más pobres y viven, además, en la nostalgia de una supuesta estabilidad económica, aunque esta sea de tipo informal y se mida complementariamente en el tamaño de la alacena que se tiene en casa.
ALEJANDRO TAPIA GONZÁLEZ.
En qué momento, oportuno sin duda, se hicieron públicas las estadísticas sobre pobreza en México por parte de INEGI -el jueves 16 de julio- después y solo unos días del ya celebre 5 de julio del 2009, donde el PRI se “impuso” a la mediocridad política de los adversarios y de una CIUDADANÍA EMPOBRECIDA, contextualizado también con las cifras de tipo electoral que en su perfección define “cuánto le toca a cada partido político” y, en la duda adicional, si realmente somos más pobres; en consecuencia con menor consumo e ingresos. Veamos:
1.- La Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) para 2008, permitió que el Consejo Nacional de evaluación sobre la materia determinara que efectivamente la pobreza alimentaria, entre el año 2006 y el actual, aumentaba de 13.8% a 18.2%, mientras que la pobreza patrimonial pasaba de 42.6% a 47.4%; circunstancias que justificaban también una caída en los ingresos y en el consumo.
Sin embargo al observar las cifras de INEGI con detenimiento y al respecto de las TRANSFERENCIAS EN ESPECIE –todo lo que se aporta en “subsidio” a la economía familiar-, tanto las monetarias (Programas Sociales Gubernamentales: Oportunidades, Procampo, Adultos Mayores, incluso, Remesas, entre otros ingresos) y las no monetarias (Regalos, Autoconsumo, Servicios asociados a programas de gobierno – drenaje, agua potable, basura, canales a cielo abierto, entre otros); la situación implica dificultad en la forma para calcular y determinar quién es más pobre o no.
Porque la interpretación de la información y de las respuestas obtenidas en campo al aplicar la encuesta, para conocer el grado de pobreza y de ingreso, es complicada. De hecho se estima que la forma en que se asentó los datos es incorrecta en la ENIGH, en virtud a la consideración imprecisa de las transferencias en dinero, ya que tan solo entre el año 2006 al 2008, el Programa Oportunidades beneficio 4.2 millones de hogares, lo que implico 7 mil 600 millones de pesos. Tan importante como el dato relativo a las transferencias en especie no monetarias (Regalos, donativos, servicios a programas de gobierno, despensas, etc.) en donde por la dificultad de su medición INEGI, prefiere preguntar… a criterio del informante cuánto le cuesta lo que recibe.
2.- Sin embargo para la interpretación de la pobreza la Comisión Nacional de Evaluación, prefiere calcular la línea de pobreza con base en el costo de los alimentos, que no obstante el incremento en los precios en alimentos en los dos años anteriores (2006-2007), la duda sobre el “calculo” también implica la forma cultural en que nosotros los mexicanos gastamos nuestros ingresos, ya que aún con el incremento en los cereales, carne, leche y huevo todos los grupos de población incrementan su consumo y en consecuencia comieron más y mejor en 2008 que en el 2006 – salvo los considerados entre el 20% y 40% más pobre del país, los efectivamente pobres -.
Por supuesto que la explicación se sostiene en la forma en que los mexicanos “distribuimos” nuestros ingresos y transferencias, dedicando lo importante en la dieta incluso de proteínas. Lo que sin embargo no implica se descuiden otros renglones como educación, vestido y esparcimiento; pero todo con medida y adecuado a la cultura del mexicano promedio, excepto los efectivamente más pobres.
En tal circunstancia y forma cultural a la mexicana, ahora es entendible que el “triunfo electoral” más reciente del PRI, debe buscarse en la importancia de la Cultura de la despensa y dadiva, porque en ella se sostienen prácticamente, con datos de INEGI, más de 64 millones de compatriotas que se resisten cada día en ser más pobres y viven, además, en la nostalgia de una supuesta estabilidad económica, aunque esta sea de tipo informal y se mida complementariamente en el tamaño de la alacena que se tiene en casa.
ALEJANDRO TAPIA GONZÁLEZ.
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