miércoles, 2 de septiembre de 2009

El modelo económico

Francisco Velasco Zapata

Por todas partes se afirma que uno de los principales problemas de la mala situación económica del país y de quienes lo habitamos es el modelo económico. ¿Qué tiene de malo el actual modelo económico dirían los más beneficiados? Para ellos seguramente nada, es casi perfecto, en la medida que les siga generando beneficios y alta jerarquía en la punta de la pirámide social, económica y política. Lo cierto y lamentable es que el modelo económico neoliberal ha resultado -en los hechos- una aciaga fábrica de pobres donde las cifras de la injusticia social revelan que el 20 por 100 (poco más de veinte dos millones de mexicanos) del sector menos favorecido de la población se reparte apenas el 2.5 por 100 de la renta total de la nación, mientras que el 20 por 100 situado en el sector más favorecido disfruta de poco más de dos tercios del Producto Interno Bruto (del 66% al 70% del PIB).

Algunos dirán que ello representa el resultado del esfuerzo de cada persona por salir adelante; que se debe a que unos estudiaron y otros no; que este país premia al que trabaja y no la holgazanería; que hay familias que heredaron a sus hijos el producto de muchas generaciones -de sus propios familiares- y que por ello sus hijos, nietos o descendientes tienen derecho a una vida mejor que los demás (aunque se trate de casi setenta millones de pobres); otros más, que el destino manifiesto actúa de esa rara forma en que a unos beneficia y a otros no tanto. En el fondo lo que vemos es el resultado de una sociedad muy injusta en donde parte del problema deriva de la inexistente democracia en la distribución de la riqueza de los bienes que se producen en nuestro país. Si el PIB per cápita para México es en nuestros días equivalente a -poco más o menos- diez mil dólares por habitante, entonces, podríamos afirmar que cada persona debería tener a su disposición esa cantidad a efecto de que se trascienda a la pobreza -sobre todo la extrema que mezcla varios ingredientes-; también para que trascendiéramos a la gran motivación del robo y el narcotráfico que es ganar dinero a como dé lugar. Para que cada habitante de este país accediera a una mejor distribución de la riqueza también se requiere que cada compatriota acceda de forma menos accidentada y adversa a la salud, a la educación, a la vivienda, a la cultura, al trabajo y a todo aquello por lo que la mayoría de los que trabajamos aspiramos: una vida digna, una sociedad donde impere la justicia social y no la injusticia social.

No obstante, los datos de distribución de la riqueza más conservadores revelan que en México y muchos países del mundo 10 por 100 de los que integran el estrato social de los “súper privilegiados” -poco más de dos millones de personas en México donde la mayoría son extranjeros o provenientes de otras naciones- se apropian más la mitad del 66% del PIB que mencionamos en el párrafo anterior. Efectivamente, el 10 de porciento de los “súper privilegiados” se beneficia de poco más del 40% del PIB nacional. Y más grave aún es que apenas un centenar de esas personas disfrutan de casi el 39% del PIB nacional referido. ¿Y así quieren que sigamos? ¿Creerán que es posible mantener la paz social a ese ritmo de atropellos financieros y económicos? ¿Creerán que la estabilidad política es moneda de cambio? ¿Qué se puede adquirir sólo con dinero? ¿Creerán esas “finísimas personas” que no sabemos de dónde provienen sus actuales mega fortunas personales? Que conste que los datos mencionados no son un invento del suscrito, quien quiera puede revisar las cifras del mundo capitalista en “World Development” “Human Development” y en la obra de escritores serios como Eric Hobsbawm en su bien documentada obra “Historia del Siglo XX” o bien en la de Marc Nouschi, también llamada “Historia del Siglo XX”, todos los mundos, el mundo. Otra fuente interesante podría ser la “prestigiada” revista Forbes. Incluso los especialistas en economía la podrían derivar de la obra de economistas como Milton Friedman o Arnold Harberger monetaristas e inspiradores de varias generaciones de “Chicago Boys” quienes fueron determinantes para el éxito de regímenes militares como el de Augusto Pinochet en Chile y luego en la dictadura argentina instalada en 1976, donde fueron artífices de reformas económicas y sociales que llevaron a la creación de políticas económicas de gobierno basadas en el modelo neoliberal, la economía de mercado, con orientación neoclásica, monetarista y a la descentralización del control de la economía.

Lamentablemente el actual modelo económico neoliberal es altamente injusto y en cerca de tres décadas de operación en nuestro país no ha permitido -a pesar de todos los sacrificios financieros, fiscales, de reformas a las leyes y mucho más que han puesto en marcha en el país los distintos actores- no ha permitido que el PIB crezca, no ha permitido trascender al analfabetismo; no ha permitido trascender al hambre de millones de compatriotas, no ha permitido que haya Democracia y no ha permitido que seamos inmunes a las tentaciones de otras naciones de querer aprovecharse para beneficio propio de la riqueza de este país.

Por eso es que urge una nueva orientación económica que aproveche lo mejor del pasado, de nuestra historia en todos los sentidos y logre conjugar lo mejor del presente y de las propuestas más prometedoras; que logre aprovechar y poner en marcha todo el capital privado que sea posible y lo articule, lo imbrique, con todo el Estado que sea necesario. Lo importante será “que nadie se quede fuera”. No se trata de volver a la nostalgia de un pasado que no sirvió, que ya está enterrado; sino hacer que todas las fuerzas productivas de este enorme y gran país le sirvan a todos los mexicanos, sin distingo de colores, razas, credos políticos o posiciones sociales. Lo que tenemos que hacer es trascender a un modelo económico que sólo ayuda, empodera y acumula enormes riquezas para menos de un 2% de la población nacional -lo mismo ocurre en muchos países del mundo- que mantiene bajo su control poco más del 60% de la riqueza de nacional. Hablar de un cambio profundo, tal vez radical, de modelo económico es fundamental en nuestros días porque no podemos, ni debemos, quedarnos pasmados ante los efectos de los distintos tipos de crisis que ya le han costado mucho a México. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo.

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