- Con un renovado Auditorio y con lleno total, más de 11 mil
personas disfrutan de esta importante fiesta étnica considerada como de las más
importantes de México y América Latina.
- El Gobernador Gabino Cué Monteagudo participa en esta fiesta
de la hermandad, acompañado por la Diosa Centéotl 2016, Leticia María Reyes
Salinas, originaria de Santiago Jamiltepec.
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- Con un renovado Auditorio que
lució pletórico con la instalación total de la velaria y que proyectó la
majestuosidad del Cerro del Fortín, fue como se desarrolló con lleno total la
edición matutina del Primer Lunes del Cerro, donde como hace casi un siglo, se
expuso la música, bailes, trajes regionales y un sentimiento de hermandad que
distingue la grandeza y gallardía de los pueblos de las ocho regiones de
Oaxaca.
Durante más de tres horas y media de espectáculo artístico,
turistas de México y de otras latitudes disfrutaron con igual emoción de la
riqueza cultural y folclórica que hacen de Oaxaca el polo cultural de México.
Minutos antes de las 10:00 horas, el Gobernador Gabino Cué
Monteagudo arribó al Auditorio Guelaguetza, el cual lucía abarrotado por más de
11 mil personas dispuestas a disfrutar de la festividad étnica racial más
importante de México y América Latina, que en esta ocasión estuvo a cargo de 14
delegaciones que compartieron sus danzas y tradiciones.
Acompañada de sus hermanas y paisanas de las ocho regiones
de Oaxaca, la Diosa Centéotl 2016, Leticia María Reyes Salinas, originaria de
Santiago Jamiltepec, dio la bienvenida a los visitantes nacionales y
extranjeros presentes en la Rotonda de la Azucena, invitándolos a disfrutar de
este espectáculo único en el mundo, así como de todas las maravillas que ofrece
esta tierra prodigiosa.
Posteriormente, con la espiga de maíz labrada en hojalata
entre sus manos, la representante de la Diosa Zapoteca atravesó el Auditorio,
para situarse al lado del mandatario, quien como un oaxaqueño más, participó de
esta fiesta de la hermandad, en compañía de la Secretaria de Turismo y
Desarrollo Económico, Ángela Hernández Sibaja, para presenciar la máxima fiesta
de las y los oaxaqueños.
El sonido de los tambores de doble parche, el caracol y las
flautas de carrizo de los chirimiteros anunciaron el inicio de esta festividad,
abriendo paso a la delegación de las Chinas Oaxaqueñas, quienes con sus
canastas de carrizo llenas de flores y su convite de monos de calenda, marmotas
y faroles de papel celofán, inundaron de folclore el Auditorio al ritmo del
Jarabe del Valle.
Desde la región de la Costa, la delegación de Santa María
Huatulco presentó sus sones y chilenas que con pasión y orgullo los representa.
Le siguió la delegación Santiago Llano Grande conformado en su mayoría por
hombres, que ataviados con traje negro y máscaras de madera y piel, presentaron
con pazos frenéticos la Danza de los Diablos que se baila en los días de
Muertos.
Con blusas blancas, rebozo y faldas floreadas en las
mujeres, así como camisa y pantalón de manta en los hombres, la delegación de
Miahuatlán de Porfirio Díaz presentó “El Palomo Miahuateco” y los versos del
guajolote, que consiste en un baile armonizado por las notas de un violín, que
representa el cortejo y la fertilidad de las mujeres.
A pesar de que las nubes amenazaban con dejar caer una
fuerte lluvia sobre el Cerro del Fortín, los 11 mil asistentes no dejaron de
aplaudir entusiasmados durante la presentación de las delegaciones.
Desde la cuna de María Sabina, la delegación de Huautla de
Jiménez arribó al Auditorio para compartir una de sus tradiciones conocidas
como el Lavado de Cabeza de los novios, y bailar sus sones.
Posteriormente, con sus imponentes marmotas, la delegación
de Tlacolula de Matamoros hizo su aparición para compartir con los visitantes
nacionales y extranjeros, así como con el mundo entero su Mayordomía y bailar
el tradicional Jarabe del Valle.
Desde el Istmo de Tehuantepec, la delegación del Espinal
conformada por hermosas mujeres, que con orgullo portaban sus trajes de terciopelo
floreados, presentó sus velas istmeñas –de Primavera, San Juan, San Mateo y El
Rosario- que se realizan en las fiestas tradicionales de la región.
Posteriormente, los “jamás conquistados” de San Pedro y San
Pablo Ayutla, Mixe hicieron su aparición para presentar sus sones y jarabes, no
sin antes dar una muestra de sus ceremonias que realizan para pedir por el
bienestar de su hogar, el campo y al Rey Condoy; un ser místico que les
prometió volver y aún esperan su llegada.
Entre las olas humanas que se formaban desde los cuatro
palcos del Auditorio, los Danzantes de la Pluma de Villa de Zaachila, con sus
penachos multicolores, se apoderaron de la Rotonda para presentar con sus
inigualables pasos, una de las muchas danzas de conquista que se baila en
México, y que está compuesta por marchas, shotis, himnos, pasos dobles y sones.
Como cada año, las mujeres de San Juan Bautista Tuxtepec
ataviadas con sus huipiles de colores que maravillan al mundo, volvieron a
cautivar a los asistentes con su tradicional Flor de Piña, aquella que ejecutan
con una sincronía sin igual que provoca el furor de los asistentes y hace
vibrar el Cerro del Fortín.
Continúo la delegación de San Andrés Huaxpaltepec, que llevó
a cabo su tradicional mayordomía y fandango de cajón, que terminó con sus
bailes tradicionales como las chilenas y sones.
Desde la Tierra del Sol, la delegación de Huajuapan de León,
hizo su aparición con la Canción Mixteca de José López Alavés, la que se canta
con sentimiento y que hizo que todos los asistentes ondearan sus sombreros para
recitar la estrofa: “Que lejos estoy del suelo donde he nacido; inmensa
nostalgia invade mi pensamiento, y al verme tan solo y triste cual hoja al
viento, quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento…”
La tarde transcurrió con la presentación de las velas
istmeñas en Honor a la Virgen, a cargo de la
delegación de Unión Hidalgo,
concluyendo con los sones y chilenas de Santiago Pinotepa Nacional, la reina de
toda la Costa y sultana del mar, que inyectó alegría y picardía a los asistentes.
La edición matutina del primer Lunes del Cerro, concluyó con
el tradicional Son Calenda, que concentró a las y los integrantes de las 14
delegaciones a bailar en la Rotonda de la Azucena, demostrando una vez más, el
por qué la Guelaguetza es la festividad étnica racial más grande de América
Latina.