Ese mundo oculto nos lleva a la perdición
“Que las fáciles
palabras dejen de encubrir las tristes realidades”
Cuesta creerlo, pero está ahí la noticia de ese mundo
furtivo, esclavo de las finanzas. Según un reciente informe elaborado por el
Panel de Alto Nivel sobre Responsabilidad, Transparencia e Integridad
Financieras Internacionales para lograr la Agenda 2030 (Panel FACTI), una
décima porción de la riqueza mundial podría estar oculta en activos financieros
extraterritoriales, lo cual impediría la recaudación justa de impuestos por
parte de los gobiernos. Por desgracia, nos habituamos al engaño continuo y esto
es grave; a la ocultación de la verdad y al vicioso apego al dinero,
llevándonos a la perdición humana, puesto que todo pensamiento nada en función
de su red de mando.
Deberíamos enmendarnos, salir de este espíritu corrupto,
tomar conciencia de lo que verdaderamente nos fraterniza, que es nuestra propia
entrega a los demás. Que las fáciles palabras dejen de encubrir las tristes
realidades. Ya está bien de dejarnos gobernar por gentes sin escrúpulos, que
saben que el dinero es egoísta y apenas hacen nada, desde su poderoso podio,
por frenar los movimientos mundiales de flujos ilegales de capital,
provenientes de actividades de corrupción, lavado de dinero y evasión
tributaria. Desde luego, las hazañas de ese mundo oculto suelen ser tan
ilícitas que socaban la confianza en las instituciones, contribuyendo a una
mayor desigualdad y exclusión entre moradores, aparte de disminuir los
recursos, tanto para hacer frente a la pandemia de COVID 19 como para aminorar
la crisis climática.
Hemos olvidado, precisamente, nuestra primera regla de
tranquilidad, que no es otra que la generosidad de no tener nada como propio,
mientras haya a nuestro lado un desvalido, víctima de las políticas económicas
y financieras. Justo, por eso, es importante evitar que continúe la sangría del
erario público en los pueblos, en sus países, de modo que los caudales se
destinen a atender las necesidades sociales, que son muchas y diversas. Al fin
y al cabo, cada día se requiere más unidad y unión para hacer frente a la
negación de los derechos sociales y laborales. Una mayor cooperación
internacional para abordar estas putrefactas marejadas mercantiles es
fundamental y debe ser prioritario en todas las agendas mundiales. Pensemos
que, al final todo se esclarece, porque lo que importa no son los años vividos,
sino la muestra de esa vida despejada, que es lo que permanece.
Realmente, no se puede sacudir el escándalo de este mundo
oculto promoviendo meros lavados de cara, hace falta generar conciencia e
imprimir transparencia en nuestros actos. Está visto que cuando la ciudadanía
se individualiza, también se torna egoísta y es incapaz de alzar la voz por
ningún trabajador sin derechos, por ninguna persona sin la dignidad que nos
merecemos como seres humanos; esencialmente,
por esa modificación de valores del dios dinero. Sea como fuere, ante
esta bochornosa situación, tenemos que rendir cuentas, reconociendo que la
mayor pobreza radica en esa persona a la que no se le permite ganar el pan por
sí mismo, además de privársele del derecho y el deber de un trabajo decente.
Confiemos en construir un mundo equitativo, menos
clandestino, más de todos y de nadie en particular; donde impere un renovado
espíritu de concordia que nos reintegre, nos humanice en la igualdad de derechos,
obligaciones, y oportunidades por igual, tras haber sufrido la peripecia de un
microscópico virus que nos ha bajado del pedestal a todos y nos ha puesto de
rodillas a su vera. En consecuencia,
debemos asegurarnos de que el mundo en desarrollo no caiga en la ruina
económica, en la pobreza creciente, en la crisis del endeudamiento, pero
también tenemos que cerciorarnos de que la legión de marginados, deja de
esconderse y retornan las ganas de vivir, porque al fin todo se hace en
comunión y en comunidad. Contribuyamos a que así sea.
Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor
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