ARMONIZAR SIEMPRE COMO LO HACE LA SOCIEDAD ARTÍSTICA
FERROLANA
El día último del mes de febrero, por cierto día de
Andalucía (siempre hay un gallego en cada rincón), entraré a formar parte, como
miembro de honor, de la Sociedad Artística Ferrolana (SAF), fundada en el año
1970 por un grupo de entusiastas cultivadores del culto a la cultura sin otro
condicionante que embellecer al mundo, y de la que formaron parte con la misma
condición honorífica, escritores tan emblemáticos como Cela o el mismo Torrente
Ballester. Reconozco que yo llegué de la mano de un pintor de hondos
pensamientos azules, Carlos Barcon, artista pictórico que ondula abecedarios
marinos como pocos en esta inmensidad de soledades y silencios. Hace muchos años que cultivamos una amistad verdadera, más
allá de las palabras, con la sensación de habernos conocido desde siempre.
Posteriormente, llegaron otros como la inimitable poeta del color, Corín Diego
Cervera, y tantos otros que no recuerdo, pero que están en mí, como también lo
están mis raíces gallegas, la de todos mis antepasados, tanto por la línea
materna como paterna.
Estos amigos de la singular Sociedad Artística Ferrolana son
el aire fresco que respiro, la añoranza que vivo y me desvive. Ellos llegan
siempre en el momento oportuno. Han llegado en otro tiempo para activarme la
inspiración. Ahora lo hacen de este modo, para premiar la coherencia que me ha
movido siempre, como a ellos, el avivar el pensamiento, y más ahora, en este
mundo tan mediocre y mundano. Ciertamente, vivimos una aglomeración de
discordancias, que debemos atajar con urgencia, mediante la fórmula reconciliadora
de lo armónico. Desde luego, es tan preciso como necesario, avivar mucho más el
espíritu conciliador. Uno ha de reconciliarse siempre, de manera continua y
permanente, hasta consigo mismo. Resulta, verdaderamente estremecedor y bello,
acortar las divisiones, las distancias entre culturas, las absurdas
separaciones, puesto que hasta la misma vida tiene bien poco sentido si no se
comparte con nuestros semejantes el acontecer de los días y si no
experimentamos un respeto natural por lo que somos y representamos cada uno por
ser lo que es. ¡No nos dejemos robar el entusiasmo por la vida!. Eso jamás. Y
en este sentido, esta Sociedad Artística Ferrolana (SAF) ha sido ejemplo y lo
será por muchos años, porque -me consta- cuenta con el apoyo de los ciudadanos.
Todos, de algún modo, se sienten protagonistas de injertar belleza al planeta.
¡Cuánta bondad y cuánta virtud!
Ciertamente, tenemos que aprender a superar los
personalismos al igual que lo hace esta Sociedad Artística Ferrolana (SAF);
entendiéndonos más y auxiliándonos mejor. Sin un apoyo humanitario activo se
van a perder muchas vidas que deberían cohabitar con nosotros, a nuestro lado,
por inútiles carencias que habría que solventar. Estando unidos es como se
puede superar cualquier tipo de conflicto. Lo sabe bien esta Sociedad Artística
Ferrolana, referente de tantos sueños y referencia de buen hacer. Por
consiguiente; las personas comprometidas con el arte y la cultura, tenemos que
decir ¡no! a una economía excluyente; ¡no! a unos gobiernos que se sirven del
ciudadano en lugar de servir; ¡no! a unas finanzas que reducen al ser humano a
un mero objeto de consumo; ¡no! a un mercado divinizado y discriminatorio que
ordena y manda a su antojo; ¡no! a tanta falta de equidad que lo único que
genera son riadas de violencia; ¡no!, en definitiva, a este mar de egoísmos que
nos deja sin aire y con un estéril pesimismo, difícil de despojarnos de
él.
La mayor contrariedad de una especie pensante, amigos del
SAF, es entrar en guerra contra sí. ¡No a la guerra entre nosotros! Las vías de
diálogo deben estar siempre abiertas para no caminar solos, en fraternal
concordia entre pueblos y naciones como lo hacéis vosotros. Solamente, bajo ese
espíritu cooperante, será posible armonizar los intereses y ajustar armónicamente
todas las divergencias, que son muchas y variadas. Realmente, llevamos un
estilo de vida que margina, bajo la tapadera de una globalizada flojedad, y el
empuje de un juego competitivo cruel e injusto. En ocasiones, parece que
andamos anestesiados, indiferentes e incapaces de compadecernos ante los
clamores de nuestra propia estirpe, desorientados y sin rumbo, predispuestos al
abuso o a un mal uso de las cosas. Conviene reaccionar y reafirmar, asimismo,
nuestra capacidad por fraternizar naciones, por hacer germinar una cultura
menos fraudulenta, con más conciencia humanitaria de compromiso hacia los lazos
comunitarios. A poco que busquemos el ángel que llevamos consigo, evitaremos la
penuria de creernos los mejores y de bastarnos a nosotros mismos. A veces hemos
llegado a un límite de soberbia tal que nos desconocemos y no llegamos a
superar esta adversidad. La ingratitud se ha hecho tan extensiva y la necedad
tan corriente, que no es fácil tomar el camino de la sensatez en un mundo de
falsedades. En consecuencia, yo si quiero ser persona agradecida, y quiero dar
las gracias a esta Sociedad Artística Ferrolana (SAF), por haberme enseñado a
recrearme en la belleza y a sentirme persona libre.