Algo más que palabras
La referencia de Europa en el mundo
Hoy más que nunca se requiere la referencia de una Europa
fuerte y unida, que pueda defender y proteger a sus ciudadanos de las muchas
incertidumbres del mundo. Por desgracia, las políticas populistas han
debilitado ese proceso integrador de los padres fundadores, que no era otro que
reconstruir un continente con un espíritu conciliador y de servicio mutuo. Por
ello, la Comisión Europea acaba de proponer un Fondo Europeo de Defensa y otras
acciones, a mi juicio muy acertadamente,
para apoyar el gasto más eficiente en las capacidades de defensa
conjuntas; fortaleciendo, así, a los ciudadanos europeos de los Estados
miembros, al fomentar la seguridad de una base industrial competitiva e innovadora.
En este sentido, ya se han propuesto veinticinco millones de euros para la
investigación de defensa como parte del presupuesto 2017, y se espera que esta
asignación presupuestaria crezca hasta un total de noventa millones de euros
hasta el año 2020. Es evidente que si este espacio geográfico mínimo, de máxima
diversidad cultural, no se ocupa de salvaguardarse así mismo, nadie más lo
hará, teniendo en cuenta que las capacidades deben ser acordadas por los
Estados miembros, para justamente poder reforzar el mercado único de defensa.
Personalmente, pienso, que ha llegado el momento de trabajar
coordinados desde la fortaleza, máxime cuando se trata de asuntos de seguridad
y defensa. Tengámoslo en cuenta, únicamente avanzaremos hacia una mayor
integración si se lucha en la misma dirección y hay confianza entre los países
. Por otra parte, la Unión Europea tiene
que favorecer mucho más el interés general común, y no el concreto de algunos
socios en particular. A propósito, hace tiempo que el Presidente del BCE, Mario
Draghi, viene alertando sobre la necesidad de acabar con el paro estructural y
de aumentar el porcentaje de personas que están trabajando. La alta tasa de
paro juvenil, sin duda, no sólo va a comprometernos a la baja productividad,
también a una frustración social sin precedentes en nuestra historia. Quizás
tengamos que recapacitar y volver a ese referente europeísta en favor de la
paz, el pleno empleo, la libertad y la dignidad humana. Desde luego, creo que
hay que generar un nuevo dinamismo social, donde la ciudadanía en su conjunto
pueda comprometerse e involucrarse, en favor de un proceso constante de
humanización, o sea de promoción de los derechos humanos, que enlazan con el
desarrollo de la democracia y el estado de derecho.
Europa tiene que volver a tomar aliento, a entusiasmarse, a
hacerse valer con la energía del pasado. A veces me da la sensación de que
estamos un poco cansados, tal vez pesimistas, a pesar de que tengamos las
mimbres de la innovación, de un inmenso patrimonio histórico que ahí está y que
ahora, con un nuevo coraje, ha de tomar las riendas de edificar un nuevo
territorio más prospero, igualitario y seguro para todos. La ciudadanía, en su
conjunto, tiene la última palabra. No es de recibo, en un continente que tanto
propicia la cohesión social, lleve consigo la losa de ciertos grupos de
población que están quedándose atrás o son excluidos. De ahí la importancia de
llevar a la realidad las políticas sociales de acceso universal, además de
modificar las normas sociales, culturales y políticas excluyentes, así como las
actitudes que perpetúan la marginación. Ha llegado el momento, pues, de que la
dimensión social de la integración europea tome raíces y se expanda. No
olvidemos que constituye un aspecto clave de la Estrategia Europea 2020, que
tiene por objeto asegurar un "crecimiento integrador" con elevados
niveles de empleo y una reducción del número de personas que viven en la
pobreza o que están expuestas al riesgo de exclusión social. Cumplamos, en
consecuencia, con la palabra dada.
Si en verdad queremos construir una Unión Europea humana y
creíble, no podemos dejar de ahondar en
la cooperación de todos, haciendo pleno uso de todos los instrumentos,
combinando para ello, todos los activos de manera coherente, de modo que toda
la ciudadanía se sienta protagonista y parte de esa edificación de valores
europeístas. Hoy los ciudadanos quieren también respuestas contundentes a la
inmigración, a la defensa y protección de las fronteras, lo que nos exige
nuevamente réplicas globales. Seguramente sea una manera de hacer más Europa,
el convivir y escuchar, el intervenir en términos de mediación, por ejemplo con
Irán, Arabia Saudí y otros actores regionales, sin el cual Europa corre el
riesgo de perder ese espíritu humanista que, en su historia, tanto ha amado y defendido.
Víctor Corcoba
Herrero/ Escritor
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