- Fernández Fassnacht resaltó su coraje ante la explotación y la injusticia; la China Mendoza dijo que es alguien feliz, alegre y divertido; Martha Fernández celebró su capacidad creativa ampliamente encontrada en sus cuentos y Hugo Enrique Sáez dijo que su obra es un canto destinado a exaltar la vida, a celebrar con alegría epicúrea los placeres de este mundo
México, D. F.- Fue un largo homenaje, pero emotivo, intenso,
como el calor de este mediodía. El Patio Central de la UAM-Xochimilco se
abarrotó de amigos, admiradores y alumnos de la institución donde inició la
serie de reconocimientos para René Avilés Fabila por sus 50 años de hacer
literatura. La academia y la literatura se tomaron de la mano para abrazar a
uno de los suyos.
“El enorme valor de este escritor mexicano, es que su pluma
no se detiene ante la injusticia; su pensamiento y creación refleja lo versátil
que puede ser, siempre con una narrativa espontánea, apoyada en el humor y
originalidad que mantiene con una libertad creadora a sus personajes, que siempre
nos atrapa como lectores”, fueron las palabras con las cuales lo dibujó el
Rector de la UAM Xochimilco, Salvador Vega y León.
Agregó: “René viene de una cultura que en México se ha ido
perdiendo y que universidades como la nuestra luchan por preservar, la de los
hombres forjados en la pluralidad del humanismo. Sus padres lo educaron en el
amor por los libros”.
A través de Iris Santacruz Fabila, hermana del homenajeado,
el Rector General de la UAM, Enrique Fernández Fassnacht dijo que “para muchos
la lectura de René Avilés Fabila es una experiencia gozosa. Mas debe agregarse
que hay otros modos de internarse en su obra: ciertamente hay y se trasluce en
sus creaciones una vitalidad constante, pero también su trabajo refleja una
constante rebeldía e inconformidad, una infatigable crítica ante el desorden
establecido: el coraje ante la explotación y la injusticia; el desprecia
profundo hacia la corrupción y, el derroche y el despojo, así como ante la
profunda herida que, como herencia fatal, marca a la gente y a los pueblos de
una lastimada América Latina”.
Agregó que para la Casa Abierta al Tiempo, la Universidad
Autónoma Metropolitana, “es un orgullo reconocer tus trabajos y esfuerzos.
Esperamos sean ejemplo constante para nuestros estudiantes y para las generaciones
que apreciarán y compartirán con fervor y agradecimiento tus enseñanzas y tus
palabras. Deseamos que lleven muy lejos en el espacio y en el tiempo, el
entusiasmo y la alegría de vivir y luchas por todo aquello que enaltece a las
mujeres, a los hombres y a las sociedades”.
De hecho, todos y cada uno de quienes participaron hicieron
un recorrido por las distintas obras de René: Sus novelas Los juegos (1967), El
gran solitario del palacio (1971), Tantadel (1975), La canción de Odette
(1982), Réquiem por un suicida (1993), El reino vencido (2005) y El amor
intangible (2008) fueron evocadas a cada momento.
Tampoco faltaron menciones a Hacia el fin del mundo (1969),
La lluvia no mata las flores (1970), Lejos del Edén, la Tierra (1980), Los
oficios perdidos (1983), Los animales prodigiosos (1989), El evangelio según
René Avilés Fabila (2009), De sirenas a sirenas (2010) y tantas otras.
Salvo María Luisa La China Mendoza que rindió un homenaje
emotivo a alguien que se ganó su desprecio en un principio de su carrera, pero
que poco a poco la cautivó. Así lo dijo en su intervención: “Luego de varias
estampidas de antipatía, de arrobadores descolones de mi parte (los heridos
somos muy peligrosos), extrañamente comenzamos a ser amigos de verdad”. La
escritora formaba parte de aquella “mafia” de la literatura que Avilés Fabila
criticó en su novela Los Juegos.
“No quiero meterme por los senderos que mucho se bifurcan de
su biografía, soy incapaz de aburrir y menos bordando sobre alguien tan feliz,
alegre, divertido, bueno como el pan de Acámbaro, y con una vida tan extensa
que mi próxima solicitud de beca va a ser para estudiar sus inacabables títulos
de libros, de crónicas, de premios, de nombramientos, de jefaturas, sin contar
las largas filas de novias y pretensas, por lo menos”.
Otra gran amiga de René Avilés, Martha Fernández, celebró la
capacidad creativa del homenajeado, ampliamente encontrada en sus cuentos. “La
combinación entre historia, crónica, mitología y creación literaria se
encuentra presente en sus obras”.
Y agregó: “Oscar Wilde decía que para escribir no existen
más que dos reglas: tener algo que decir y decirlo. Lo que nunca explicó es el
cómo decirlo, tal vez porque como ha afirmado René, para ello no existen musas
que revoloteen sobre la cabeza de los escritores ni recetas con valor
universal, cada uno busca su propio método y estilo. La obra de René es una muy
bien lograda combinación entre investigación aplicada y creación artística;
entre historia y la fantasía, alimentada por su muy vasta cultura, su talento y
su lucidez, a lo que agfrega su impecable sentido del humor con el que sazona
todas las historias reales e imaginarias que nos cuenta”.
Finalmente, Hugo Enrique Sáez A. expresó que “la inmensa
obra (todavía incompleta) de René Avilés Fabila” se orienta a ser “un canto
destinado a exaltar la vida, a celebrar con alegría epicúrea los placeres de
este mundo”, sobre todo cuando, recuerda que “compartir el tiempo con él es muy
divertido. No puedes pasar una hora sin que su humor no ilumine el mínimo
detalle en tu derredor. Pero esa diversión no es superficial, horada las
banalidades y descubre que todo en este mundo es algo producido, que no hay
esencias inmutables”.
Antes de inaugurar la exposición “El escritor y sus
ilustradores”, en la Galería del Sur, Leopoldo Méndez, situada en el mismo
edificio, Avilés Fabila agradeció a todos los presentes, a quienes participaron
en el homenaje y a quienes lo hicieron posible y dio a conocer, para que la
tarde fuera redonda, que un mes atrás fue propuesto para formar parte del
jurado del Premio Nacional de Periodismo y que ayer, durante la primera reunión
del Consejo de Premiación, por unanimidad fue elegido presidente del jurado.