Seamos hermanos, seamos familia
Padre es el verbo que nos sustenta,
el corazón que nos sostiene,
el alma que nos da aliento,
el albor que nos injerta lo que somos,
un caminante en busca de horizontes.
Nuestro es ese camino al Padre,
por el que hemos de vivir amando.
Únicamente el amor nos hace
sentir de Dios, parte de su familia,
donde el perdón se logra perdonando.
Somos hijos del celeste armónico,
descendientes del verso más níveo,
ascendientes del silencio más hondo,
el que todo lo cautiva en el espacio,
como firmamento de paz y asombro.
Por si mismo no somos nada, ni nadie.
La soledad es el mayor calvario
para un ser que requiere compañía,
para un ser que busca el amor
y que rebusca sentirse acompañado.
Seamos luz conciliadora en las noches,
reconciliémonos cada cual consigo,
desterremos a Caín de nuestras vidas,
acojámonos a una atmósfera de bien,
volvamos a ser de la poesía, el pulso.
Nuestra identidad es de retorno
al Padre, por los caminos de la verdad,
pues lo auténtico es renacer cada día,
en el inmenso tesoro de la esperanza,
impulso que reanima en el desánimo.
Mirémonos con los ojos de Jesús,
alimentémonos del Resucitado,
recordémonos de seguir sus pasos,
tan humanos como también divinos,
y así refundirnos en la fe unos en otros.
Víctor Corcoba Herrero
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