Transporte público colectivo con visión de estado
Jesús Padilla Zenteno
Ciudad de México, a 8 de octubre de 2020.
De acuerdo con datos de la Dirección del Instituto de
Geografía de la UNAM, en un día común se realizan 130 millones de viajes; sin
embargo, durante la contingencia estos números han caído drásticamente hasta en
un 80 por ciento. Jamás en la historia de México se había registrado una
disminución tan grave en el uso de los sistemas de transporte disponibles como
la observada ahora por la presencia del COVID-19.
Los sistemas de transporte público se consideran una
actividad esencial para la vida pública y económica de cualquier ciudad,
paradójicamente también el tipo de vehículo o la modalidad en que se ofrezca,
propicia entornos de alto riesgo para el contagio del COVID-19, debido al gran
número de personas que viajan en un espacio confinado.
Este fenómeno también se observa a nivel mundial; lo
anterior explica el interés de todos los países por reducir la velocidad de
expansión del COVID-19 y disipar el número de ingresos simultáneos a los
hospitales. El transporte público está relacionado con el desarrollo económico
y depende de las tarifas y los subsidios, por lo que será inevitable la pérdida
de ingresos.
A pesar de que estas actividades esenciales no se han
detenido durante el periodo de emergencia por coronavirus, el transporte
enfrenta un escenario adverso que compromete su sostenibilidad financiera, la
seguridad laboral de los empleos del sector, principalmente el sustento de los
conductores.
Esta pandemia nos está generando un enorme impacto
económico, las políticas de confinamiento causaron una reducción de hasta 80%
en la demanda de transporte público, lo que se tradujo en una gran pérdida de
ingresos en los tres meses y medio de mayor emergencia. Hoy, cuando las cosas
se vienen normalizando, la demanda del transporte está aún en alrededor de 50
por ciento de la que era antes de la pandemia.
En este contexto, las empresas y operadores se han visto
obligadas a tomar iniciativas muy difíciles, sobre todo para ponderar la salud
de sus colaboradores, preservar sus fuentes de empleo y resguardar la
sustentabilidad de la empresa en el largo plazo; pero, principalmente cuidar el
empleo y la salud de todos los colaboradores, usuarios y seguir transportándolos
de forma segura a sus destinos.
El transporte público en México registra la peor caída de su
historia, es uno de los sectores más golpeados por la crisis sanitaria, en todo
el país; empresa y operadores ven cómo la emergencia ha dejado taxis y
autobuses totalmente vacíos.
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Transporte (IMT) y
con datos de Moovit, casi todas las ciudades en América Latina registraron una
notable caída de uso, desde 53.5% en Belo Horizonte, Brasil, hasta 85.6% en
Bogotá, Colombia.
El transporte público está relacionado con el desarrollo
económico y depende de las tarifas y los subsidios, por lo que será inevitable
la pérdida de ingresos. Además de estas pérdidas, el aumento de los costos por
la limpieza frecuente de los vehículos puede suponer una carga financiera
adicional para las empresas de transporte público.
Ante ello, se deben mitigar los posibles contagios. De
acuerdo con especialistas, algunas de las medidas podrían ser el nulo contacto
de los operadores con los usuarios en los vehículos de transporte público y
replicar el cobro del pasaje como se realiza en sistemas como el metro o el
Metrobús; es decir, acelerar la transición a la emisión del boleto y pago
electrónico sin contacto debería convertirse en la regla incluso sin el virus
extendido.
Según The World Resources Institute (WRI) el transporte
público mexicano podría perder 9 mil 800 millones de pesos (USD 407,8 millones)
por la emergencia sanitaria del Coronavirus, en el estudio en el que
participaron 13 ciudades con un total de 14.2 millones de habitantes, lo que
representa el 18% de la población urbana de las 66 ciudades y zonas
metropolitanas con más de 250 mil habitantes.
El impacto económico, financiero y social de la emergencia
puede ser incluso mayor si se considera la contribución del transporte público
colectivo a la cadena de valor de la industria del sector. Por este motivo,
hacemos un llamado a los gobiernos a asignar fondos de emergencia y diseñar
esquemas de apoyo federal para proteger el transporte público, pues podría
padecer afectaciones que dañarían la movilidad de forma permanente.
Se debe reconocer al transporte público colectivo como un
componente esencial para la superación nacional del impacto de la crisis
sanitaria, así como sus dimensiones sociales y económicas. Se requiere una
visión de Estado.
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