Voltaire
Francisco Velasco Zapata
De acuerdo con el artículo 74 de la constitución federal son facultades exclusivas de la Cámara de Diputados, entre otras: “IV. Aprobar anualmente el Presupuesto de Egresos de la Federación, previo examen, discusión y, en su caso, modificación del Proyecto enviado por el Ejecutivo Federal, una vez aprobadas las contribuciones que, a su juicio, deben decretarse para cubrirlo. Asimismo, podrá autorizar en dicho Presupuesto las erogaciones plurianuales para aquellos proyectos de inversión en infraestructura que se determinen conforme a lo dispuesto en la ley reglamentaria; las erogaciones correspondientes deberán incluirse en los subsecuentes Presupuestos de Egresos.” El mismo artículo invocado determina que la “Cámara de Diputados deberá aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación a más tardar el día 15 del mes de noviembre”, por lo tanto, los diputados cuentan con escasos cuarenta y cinco a fin de lograr su cometido, su obligación.
Como se puede apreciar en este aspecto la ley -y su redacción- es muy clara y contundente: la Cámara de Diputados debe examinar, debatir y, en su caso, modificar el Proyecto enviado por el Ejecutivo Federal. Por ello, el trabajo de quinientos o cuatrocientos noventa y nueve legisladores debería pasar del debate sobre la aprobación o no del “paquete económico” a la exigencia y aplicación de un nuevo rumbo, de un cambio de gran envergadura en torno al modelo de desarrollo nacional; es decir, que no sólo se aboquen a lo prescrito en la fracción IV del artículo 74 constitucional, sino que con clara voluntad política apliquen lo previsto en el texto del veinticinco constitucional a efecto de que reorienten la dirección de la economía para que el Estado ejerza la plena rectoría del desarrollo nacional y se garantice que el mismo sea integral, sostenible y que, mediante el fomento del crecimiento económico, del pleno empleo, una realista distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de todos los mexicanos.
Cualquiera podría decir que así ha sido, pero ese “cualquiera” estaría faltando a la verdad. Estaría diciéndonos mentiras, porque los que somos parte de la “generación de la crisis”, la crisis de nunca acabar, hemos atestiguado el proceso de enriquecimiento abominable de una pequeña, selecta y reprobable minoría a cargo de una inmensa mayoría de la población: cerca de 98% de nuestra población le otorga los privilegios más inimaginables a sólo el dos porciento de la sociedad. Lo peor es que apenas “cien de las familias más ricas”, la de los “súper privilegiados” disfrutan de poco más del ochenta porciento de la riqueza del país. Eso no puede continuar así por el bien de la paz, la estabilidad y las libertades públicas y privadas.
Por ello es que planteamos la necesidad de que el gran debate de los legisladores, incluyendo a los “Senadores”, no se constriña a la cuestión del paquete económico; que no se agote o se ridiculice en si se elevan o agregan impuestos en esto o en aquello; no debería sólo abundar en si se reducen o no gastos de forma real o aparente; tampoco sobre si se debe contratar o no nueva deuda pública -que paguemos todos- para mantener los privilegios de “presupuestívoros”, “gobernícolas”, “cleptócratas” o la obesa “plutocracia” o se acuda a nuevas ocurrencias. No, lo que nosotros proponemos es que, si fuera necesario, se abra el gran debate nacional para que se realice un “constituyente ciudadano”. Un movimiento ciudadano nacional que asumiera las riendas del país en caso de que los legisladores no puedan sustraerse a la disciplina partidista. Sería por el bien de todos, incluyéndolos a ellos. Es tiempo de que la ciudadanía ejerza sus derechos y vaya hasta donde sea necesario -por todos los cauces legales a nuestro alcance- por el bien del país y de quiénes lo habitamos. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo.
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