No hay un crecimiento incluyente
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
Hemos perdido fuelle. La economía mundial permanece atrapada
en un prolongado periodo de bajo crecimiento al expandirse solamente un 2,2% en
2016. Acumulamos una serie de conflictos y tensiones que nos debilitan. A esto
hay que sumarle nuestros derroches y el excesivo endeudamiento, la falta de
perspectiva empresarial, con un débil ritmo de la inversión y un lento
crecimiento de la productividad. Además, soportamos un trastorno que cobrará
aún más importancia en el futuro, el estancamiento salarial de los más
desprotegidos, acrecentando una profunda desigualdad y, por ende, nuevas
pobrezas, incluso en países más desarrollados. De ahí, la importancia de
sistemas educativos incluyentes, de mercados laborales incluyentes, de ciudades
y pueblos incluyentes, con servicios públicos incluyentes. Hemos, por tanto, de
activar el compromiso personal. Sólo así, se puede mejorar el bienestar de
todos.
Este mundo, cada día más excluyente, requiere activar el
deber y el derecho al trabajo para todos, con salarios dignos, con acceso a la
asistencia sanitaria, y a una educación universal, formativa en valores, para
poder convivir entre culturas diversas. Hace tiempo que lo marginal debió
acogerse, ampararse, pues todo ha de estar al servicio de los seres humanos y
del bien común. En este sentido, nos llena de esperanza que el primer Foro
Mundial de Datos de las Naciones Unidas haya concluido con el lanzamiento de un
plan global para reunir estadísticas que mejoren la vida de las personas y que
contengan nuevas ideas y soluciones para impulsar la colaboración, los recursos
y las políticas que han de ponerse en acción para este fin, teniendo presente
que la integridad y la prevención de la corrupción son elementos esenciales
para lograr políticas que respondan al interés social y no al interés
particular o de grupo.
Indudablemente, en los próximos tiempos, la cooperación
entre naciones va a ser vital. Aún más de cien países no mantienen registros
precisos de nacimientos y muertes. A mí juicio, pienso que es fundamental saber
el número de moradores que estamos en cada momento, y dónde nos encontramos.
Por muy diversos que seamos, formamos parte de la única familia humana; y, como
tal, hemos de trabajar para estar dentro de la vida, o si quieren dentro del
mercado, pero tratados como personas, guiados por una conciencia que pone en el
centro la dignidad del ser humano, no el ídolo dinero. Desde luego, cualquier
país que se precie de cooperante ha de alimentarse de políticas sociales para
atender a las necesidades y aspiraciones de la gente. Las mismas Naciones
Unidas no aboga por un modelo específico de gobierno, pero promueve la
gobernanza democrática como un conjunto de valores y principios que deberían
seguirse para una mayor participación, igualdad, seguridad y desarrollo humano.
Esto es lo que hoy más falta nos hace, fortalecer la
dignidad de toda la especie, tenga la edad que tenga y habite donde habite. Por
otra parte, si en verdad no queremos excluir, el respeto ha de ser total por
los derechos humanos. Todas las desgracias, todos los aprietos, también las
contiendas, suelen comenzar con una exclusión. En esa dialéctica de rechazar o
comprender, siempre tenemos que tener el corazón abierto, nunca cerrar las
puertas a nadie, pues un mundo progresa cuando todos colaboramos a que la
democracia, el buen gobierno y el Estado de Derecho, junto a un entorno
humanitario, sin fronteras ni frentes, confluyen en bondad y en verdad.
Es momento, efectivamente, de no dejar a nadie atrás, de
cambiar de actitudes, de ser más caritativo. Quitemos barreras. Activemos lo
armónico. No olvidemos que la discriminación, el racismo y la xenofobia, son
graves violaciones de los derechos humanos que impiden la construcción de la
concordia, la inclusión social, y el desarrollo sostenible. Es cuestión de
intercambiar experiencias y de poner otras prácticas de acción más compresivas
entre unos y otros. Todo el linaje, sin distinción alguna, tendrá que
reflexionar sobre esa apuesta de crecimiento incluyente en un orbe globalizado
como jamás, que demanda como nunca una fuerte inversión en infraestructuras
para mejorar la competitividad y la prestación de servicios públicos. En
consecuencia, todos a bordo para sumar incentivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario