- “Ha sabido ponerse los pantalones: Ha llamado pan al pan y vino al vino en tiempos en que hacerlo era casi suicida”
México, D. F.- No podía ser menos. Son sus amigos. Así,
Carlos Bracho lo pintó de cuerpo entero en tres pinceladas, Ignacio Trejo
Fuentes resaltó sólo algunas de sus muchas virtudes, mientras Perla Schwartz lo
destacó con un poema. Fueron los amigos que homenajearon a René Avilés Fabila
este viernes en la Universidad Obrera de México, por sus 50 años como escritor.
“La risa ante todo. El humor. Las ganas de vivir. La espada
y el dardo hirientes. René ha sabido emplear y ejercer estas facultades
inherentes a los hombres sabios”, reveló el Bracho poeta, amigo del homenajeado
desde sus primeros años en el taller de Juan José Arreola.
Avilés Fabila fue “odiado” desde sus inicios en la
literatura precisamente por una de aquellas virtudes que pinceló Bracho: “Posee
un carcaj de dardos venenosos y flechas incendiarias (que utiliza en el
periodismo y) nos alumbra con la ira y el coraje de una raza no vencida”.
Pero también se le conoce por otras virtudes: “la risa es el
síntoma del hombre inteligente y astuto; el humor es propio de cerebros
privilegiados y agrego que, las ganas de vivir las tienen los que saben morir
en la raya. La espada y el dardo punzantes sólo los puede lanzar el hombre que
vive la libertad a pleno sol”.
Así recordó también viejas andanzas con quien en sus propias
historias se autonombró como “El Capitán Lujuria” o “El Águila Negra”.
Trejo Fuentes lo describió como un hombre infatigable que,
supone, duerme poco para poder cumplir con su larga agenda de tareas como
escritor de una columna dominguera en Excélsior, tres a la semana en La Crónica
de Hoy y una más para la revista Siempre!, además de su cátedra cotidiana en la
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco y la aún larga lista de
proyectos literarios, así como su labor como promotor cultural.
Pero como Bracho, a su maestro y amigo le reconoció que
“René ha sabido ponerse los pantalones: Ha llamado pan al pan y vino al vino en
tiempos en que hacerlo era casi suicida”, refiriéndose a su narrativa como
fueron sus obras El Gran Solitario de Palacio, tras los sucesos de 1968 y “Los
Juegos” donde “descalzonó a la clase cultural de México, a la mafia, lo que le
valió toneladas de enemistades, algunas de las cuales sobreviven”.
Pero no sólo eso. “Mediante el humor se ríe de lo que a
otros nos haría llorar. Prueba de ello es la novela titulada Réquiem para un
Suicida, acaso una de sus obras más dolorosas y punzantes. ¿Cómo puede hacerse
escarnio de los pobres tipos que se quitan la vida? Si bien el autor no lo hace
de una forma directa, propicia que los lectores se encarguen de hacerlo”.
Perla Schwartz regaló a Avilés Fabila y a la audiencia con
un poema: René el infatigable:
La pluma recorre el papel
una y otra vez transgrede el estatus virginal,
han transcurrido cinco décadas
y la pasión de René sigue intacta.
Narrador y maestro, promotor cultural,
y ante todo amigo de sus amigos,
un alfabeto de luz conduce su pluma,
la pantalla del ordenador es su extensión.
“Tantadel” y “Odette” no serán sigilosas,
en tanto que “El solitario de palacio” lo custodia
en la turbulencia de los tiempos…
Avilés Fabila agradeció la cita conmovedora, porque fueron
sus amigos entrañables como Perla, Ignacio y Carlos quienes le rindieron el
homenaje en la Biblioteca Vicente Lombardo Toledano de la Universidad Obrera de
México. “Para mí el lugar es particularmente entrañable, debo haber estado aquí
en 1963-64, vivían Lombardo, desde luego el general (Lázaro) Cárdenas. Era un
canalla mi padre, en lugar de llevarme a Disneylandia me traía con los
comunistas”.
“Me recuerda una época que no viví, pero que sí soñé… La
foto data de 1936 y por aquellos años se pensaba que podíamos llegar a poder
transformar las cosas radicalmente. Desgraciadamente no tenemos de pronto las
grandes figuras ideológicas que en el pasado nos ayudaron a superar
obstáculos”, lamentó el escritor, periodista, catedrático universitario y
promotor cultural.
Quizá por aquellas vivencias primarias al lado de comunistas
fue que se agudizó el dardo hiriente de René Avilés Fabila contra el poder
político, presente desde los inicios hasta la actualidad.