Algo más que palabras
Sembrar el entendimiento para sentirnos seguros
Es hora de que los líderes del mundo se impliquen en pactar,
en entenderse, en llevar a buen término su compromiso de servicio, de respeto,
protección y garantía de los derechos humanos, más allá de la letra impresa en
sus programas de gobierno. Hoy más que nunca hace falta fortalecer el estado de
derecho y la consolidación de las instituciones públicas. El momento es crítico
en muchas partes del planeta, ante la desconfianza y la insatisfacción de buena
parte de los moradores, que no comprenden las actitudes interesadas de sus
gobernantes, dispuestos en su mayoría a enriquecerse, en lugar de servir al
bien común, que es lo que realmente nos engrandece. Sea como fuere, todos
estamos llamados a cooperar, los que nos gobiernan, con el compromiso de servir
responsablemente y para todos, y los gobernados, con la participación y
mayormente con la crítica constructiva. No olvidemos que es en comunidad, como
se avanza hacia un decoroso nivel de vida que todos nos merecemos, por el hecho
mismo de cohabitar como sujeto de derechos y obligaciones. De ahí la
importancia de sembrar ese sentido natural respetuoso que nos trasciende y
humaniza.
Ahora bien, no se puede sembrar el entendimiento desde un
espíritu corrupto, es necesario que la autoridad, aparte de ser legítima,
defienda las instituciones con ejemplaridad y sometimiento a ese orden innato
de transparencia y sano raciocinio, cuestión que está íntimamente ligada a la
naturaleza humana y que debe redundar en provecho de todos. Estamos llamados,
en todo caso, a ser fuerza de unión y unidad. Por este motivo, será siempre
necesario tender puentes, atender debidamente a ese bien universalizado, que
nos afecta a toda la familia humana. Sin duda, hay que subrayar la labor de las
Naciones Unidas para el mantenimiento de lo armónico, una inversión en favor de
la paz, la seguridad y la prosperidad mundiales. En este sentido, nos llena de
júbilo que puntualmente este año celebremos el setenta aniversario de las
operaciones de mantenimiento de esa concordia activada por la ONU, un mecanismo
único y dinámico diseñado para auxiliar a los países desgarrados por los
conflictos. Es de justicia, por tanto, reconocer la labor de más de un millón
de mujeres y hombres que han prestado servicio, durante siete décadas, en
nombre de una bandera que nos ensambla.
Para este ensamblaje cultural requerimos la colaboración de
todos, ante los difíciles escenarios que existen en la actualidad, sobre todo
en la promoción de los derechos humanos y, también, en la lucha contra la
explotación y los abusos sexuales. No podemos caer en la torpeza de no hacer
nada. Nuestra misma escritora mística española, Santa Teresa de Jesús
(1515-1582), nos lo recuerda con este símil: “La tierra que no es labrada
llevará abrojos y espinas aunque sea fértil; así es el entendimiento del
hombre”. Naturalmente por esto, hemos de cultivarnos constantemente, hemos de
reflexionar y no cerrar los ojos. Eso jamás, pues el ser de las cosas, es el
origen de nuestras ideas, cada día más necesitadas de escucha para que pueda
restablecerse esa sintonía armónica que todos requerimos para vivir. Dar la espalda y no dar oídos a lo que se
dice, se comenta o se habla, lo que nos hace es endurecer el corazón,
llevándonos a caminos de insatisfacción permanente. Las consecuencias no se
dejan esperar. El vacío interior que creamos con la pasividad es tan grande que
todo se muestra como un caos que nos deja en un estado de confusión y malestar
continuo.
Sorprenderse, reprenderse y extrañarse, es una manera
saludable de iniciar ese entendimiento consigo mismo para luego revertirlo en
los demás y poder sentirnos seguros. Uno no se sosiega a base de golpes,
únicamente puede alcanzarse por medio de la sensatez. Una persona sensata está
siempre dispuesta a abrirse a la verdad, a caminar observándose, a ceder a toda
rectitud y a actuar con prudencia, justicia y clemencia. Al fin y al cabo, lo fundamental, radica en comprenderse
para poder enmendarse, en cómo salvar a la humanidad, salvar vidas, salvar a
las futuras generaciones. Justo estas son las prioridades del plan de desarme
integral presentado recientemente por el Secretario General de las Naciones
Unidas, en el que propone desde la reducción de cabezas nucleares hasta la
regulación de las armas pequeñas o las basadas en la inteligencia artificial,
pasando por la creación de mecanismos para garantizar la rendición de cuentas
de quienes utilicen armas químicas o biológicas. En fin; que no hay pasaje para
el amor, que el amor es el único y exclusivo pasaje para la paz.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
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