miércoles, 23 de mayo de 2018

La arquitectura que no desata emoción, es mera obra de ingeniería: GDA



Ciudad de México.
Para la arquitectura mexicana, Mathias Goeritz fue “un baño de libertad”, como atinadamente fue calificado en los años 50 el pintor, escultor, poeta y arquitecto polaco al provocar una revolución que transformó mentalmente a estudiantes y arquitectos de México, quienes despertaron a la “arquitectura emocional”, así acuñada por Goeritz al privilegiar la emoción por encima de la funcionalidad en los espacios arquitectónicos, lo cual rompió con el lenguaje funcionalista de ese tiempo.

Ciertamente, aunque Goeritz era un artista y no un teórico, el estupendo bagaje cultural que poseía de Europa y de las diversas corrientes artísticas como el dadaísmo, desconocida en México, cambiaron la expresión del arte que se producía en nuestro país hasta entonces, explica el doctor en Arquitectura Guillermo Diaz Arellano, profesor e investigador en el área de Urbanismo Internacional de la División de Ciencias y Artes para el Diseño en la UAM-Azcapotzalco, quien a partir de su tesis doctoral, denominada “Arte público como equipamiento urbano”, decidió rendir un homenaje al que fuera su maestro y amigo.

“Viví en carne propia como estudiante de la Universidad Iberoamericana la revolución que produjo la educación visual de Mathias Goeritz en la Escuela de Arquitectura de Guadalajara y el impacto que tuvo en lo que se hacía hasta entonces”, señala el docente de la UAM por más de 43 años, quien recuerda que oír hablar a Goeritz era fascinante y sus clases de educación visual fueron irrepetibles.

“Nos propusimos recuperar sus aportaciones pues hoy por hoy es tan relevante la energía planteada por la educación visual al arte y escultura de los espacios públicos, que no queremos perderla", resaltando, asimismo, que la principal función de la arquitectura es la emoción: "las paredes no tienen que correr paralelas una a otra ni los techos ser paralelos al piso, sino subir y bajar en busca de desatar la emoción, incluso o a costa de romper con el lenguaje funcionalista de la arquitectura. Quizá ese es el mensaje más fuerte: si no hay emoción, no hay arquitectura, sino mera obra de ingeniería”.

Entrevistado en el Centro Cultural Casa del Tiempo de la UAM, como parte de los presentadores de obras para la Quinta Edición de la Feria del Libro y Festival Cultural Librofest Metropolitano, Díaz Arellano recordó cómo la influencia de Goeritz transformó la obra de destacados arquitectos mexicanos como Pedro Ramírez Vázquez, Teodoro González de León, Ricardo Legorreta, Luis Barragán y Sebastián, entre otros.

“Yo me atrevo a decir que Luis Barragán obtuvo en 1980 el Premio Pritzker, considerado el máximo galardón de la Arquitectura, por la influencia que dejó Goeritz en su obra y a la fecha sigue siendo el único arquitecto mexicano reconocido con la afamada presea", destaca el autor.

La coautora del libro recién editado “Mathias Goeritz. Educación visual y obra”, Elizabeth Espinosa Dorantes, experta en Urbanismo y profesora e investigadora del Departamento de Evaluación para el Diseño en el Tiempo, en el Área de Arquitectura y Urbanismo Internacional de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, hizo énfasis en que las propuestas artísticas de la primera mitad del siglo XX fueron clave en la consolidación del arte de vanguardia.

Su impulso al denominado “arte nuevo” promovió un lenguaje artístico menos rígido que llevó, en los años 30 y 40 del Siglo pasado, al surgimiento de experiencias significativas, conformando una nueva visión del arte, lo cual generó experiencias con un enfoque integral de la realidad. A esta forma de percibir se le denomina “educación a través del arte” y la pretensión es acercar a los individuos al lenguaje de las disciplinas artísticas, incluyendo el diseño urbano y arquitectónico, abordado desde un enfoque multidisciplinario.

Por tanto, una de las aportaciones del libro fue identificar las tendencias artísticas más influyentes en la formación artística de Mathias Goeritz, para con base en estas referencias, enmarcar su formación, el análisis de obras que ejemplifiquen sus conceptos de escultura transitable, escultura habitable, espacio emocional sensitivo y espacio espiritual-práctico. Explicó que también se consideraron sus propuestas sobre espacio público y arte en el diseño urbano para, finalmente, documentar la presencia e influencia de Mathias Goeritz en las obras de artistas y arquitectos mexicanos.

Lo más representativo de Mathias Goeritz se puede apreciar en obras como las emblemáticas “Torres de Satélite” creadas junto con Luis Barragán, además de que proyectó el edificio que alberga al “Museo Experimental El Eco”, como una escultura penetrable, u otras esculturas como la “Corona del Pedregal” en el Espacio Escultórico de la Ciudad Universitaria de la UNAM, el “Pájaro de fuego” en Guadalajara, “Las Torres” en la FES Aragón, “El Coco” en colaboración con Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León, así como también concibió la idea para la creación del espacio escultórico monumental “La Ruta de la Amistad” inaugurada para celebrar los Juegos Olímpicos deportivos y culturales en 1968.

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