Nadie puede quedarse quieto
(Siempre en movimiento, que la vida se abraza en un vuelo)
I.- DE SERVICIO A TODAS HORAS
Hemos venido para servir, no para servirnos de nadie,
tampoco estamos en la tierra para quedarnos quietos,
cada cual tiene una misión a descubrir por sí mismo,
un cometido de entrega en cuerpo y alma a los demás,
que ha de llevar a buen término hasta dejar el cuerpo.
No hay mejor aspiración de caminante que repartirse,
hasta partirse el corazón por entregarse y perdonarse,
por quererse y por querer, puesto que amarse y amar,
nos exige acción inquebrantable en donación eterna,
compasión perpetua y pasión por extender los brazos.
Permanecer inmóvil es nuestra especial decadencia,
necesitamos sentirnos vivos para poder donar vida,
pedimos aire para darnos aire, luz para acariciarnos,
que la caricia del alma, claridades calza, no tinieblas,
pues estamos aquí para resucitar en el verso y ¡volar!
II.- EN GRATUIDAD SIEMPRE
Hemos venido para vernos y movernos en gratuidad,
para soñarnos y sentirnos en camino siempre unidos,
para caminar mar adentro, rompiendo oleajes avaros,
que la usura nos resta generosidad entre los hermanos,
pues la avaricia todo lo corrompe y lo rompe sin más.
Es muy doliente valerse de los que luchan por hallarse,
aprovecharse de nuestras propias miserias mundanas,
beneficiarse de la gran bondad de algunos caminantes,
favorecerse para extender el dispendio del ser que soy,
pues si Dios nos ha salvado, también nos salva gratis.
No me gustan las compras tormentosas ni posesivas,
tampoco me abstraen las ventas para saldar quiebras,
lo que me aflige es este mercado infame de desvelos,
que nos conducen y reconducen al maldito peculio,
que acrecienta mil fortunas, pero desvalija las virtudes.
III.- AVANZAR EN SABIDURÍA
El signo más cierto de la cognición es la entereza firme,
la serenidad constante ensancha la conciencia del saber,
una sabiduría que hay que saber emplearla para el vivir,
que ha de empezar a morar interiormente para arraigar,
un obrar con decencia y un descansar en el bien dando.
Si ponerse en camino cada amanecer no es nada cómodo,
avanzar en sabiduría es descubrir valores que no vemos,
manifestar comprensión hacia todo lo que nos circunda,
tomar pulso e impulso, no encerrarnos en las desdichas,
y hemos de ser ese eslabón de dichas entre generaciones.
Alcanzar la sabiduría puede ser posible, ofrecerla al otro
con nuestras acciones nos requiere una alegría continua,
poblada de entusiasmo y repoblada por las indulgencias,
teniendo un corazón prudente para digerir los aconteceres,
alojándonos con las plegarias en la mente misma de Dios.
Víctor CORCOBA HERRERO
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