Las sombras de un camino sin horizonte
(Hay que hacer del camino, un
renacer asiduo; lo importante es motivarse, aclarar y esclarecer las cloacas de
estrellas, para abrir la mirada al cielo y rasgar las noches).
I.- Sueños que se fragmentan
Después de tantas contiendas y
fracasos,
y ante tantas vueltas y revueltas
vertidas,
nos toca retornar a las raíces e
imaginar,
ese tronco común de un linaje
resistente,
que ha de volverse piña y verse
bosque.
No hay mayor frondosidad que el
darse,
que intensificar la ilusión de
continuidad,
que engrandecer de bondad los
vientos,
lo que nos recuerda los sueños
vividos,
arrancados en las sombras y en
las luces.
Nunca rompamos esa unión de
señales,
dejemos que los deseos nos
renazcan,
que los anhelos aviven lo
comunitario,
antes de que las situaciones de
soledad,
nos amortajen la esperanza y las
cumbres.
II.- Conciencias que se destrozan
Nuestro gran deber es tomar
conciencia,
de lo que soy y quiero ser en el
futuro,
de nuestra propia historia de
caminantes,
de la presencia del Creador en
nosotros,
de esa voz que nos rehabilita por
dentro.
El mañana es nuestro, gravita en
el hoy
y en el ayer, no lo echemos por
tierra.
Jamás desechemos los caminos
andados;
la riqueza espiritual y humana,
vertida
por nuestros antecesores, como
testigos.
Trabajemos por mantenernos
enérgicos,
en la búsqueda de esa efusión
celeste;
activemos la chispa del
discernimiento,
que sin sensatez la ciencia es
perversa,
no es más que desolación del
espíritu.
III.- Libertades que se
despedazan
En un mundo desbordado por las
cadenas,
cautivo de modas, ambiciones y
dinero,
oprimido el corazón y sin apenas
latidos,
Jesús con su obra redentora nos
alienta,
nos vuelve a poner alas para
vernos libres.
Rompamos con los esquemas
mundanos,
con la hipocresía de un aparente
bienestar,
antes de que dilapidemos toda
expectativa,
y fragmentemos de miserias los
caminos,
que ir desprendido es ir hacia la
libertad.
Me niego a que me derriben la
autonomía,
a que me derrumben las
lamentaciones,
a que me demuelan las muelas
tóxicas.
Déjenme mis análogos sentirme
liberado;
es un lícito, no una dispensa de
algunos.
Víctor Corcoba Herrero
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