lunes, 25 de junio de 2012

Columna



EL VALOR HOY DEL VOTO NO DIFERENCIADO

Por Renato Consuegra
México, D. F.- Acudir a la casilla electoral a elegir es un acto de responsabilidad social y política que conlleva en sí mismo el interés por la vida pública; asumida la premisa, convierte a quien sufraga, en ciudadano.

Y como tal, ese ciudadano tiene en sus manos el poder de decidir, con su voto, el rumbo que debe tomar el país una vez contrastadas las propuestas. Por esto mismo, el 1º de julio se debe hacer un acto de conciencia y más allá de la propaganda electoral y los discursos de los candidatos, es preciso hurgar en lo que hay detrás de cada uno de los proyectos de gobierno.

Es el momento de darle valor al voto, de pensar de manera objetiva qué proyecto es el que se quiere de país y sufragar por todos los candidatos de ese partido.

Pero, ¿por qué votar por todos los candidatos de un solo partido?

I.- El votante en nuestro país comenzó a comenzó a otorgar un voto diferenciado en 1988 cuando Carlos Salinas perdió la Cámara de Diputados, aunque la recuperó en 1991 y pudo realizar varias reformas legislativas con las que pretendió apuntalar el poder de su partido y suyo propio.

Posteriormente le ocurrió a Ernesto Zedillo en la intermedia de 1997, por lo que estuvo atado al cierre de su sexenio. Antes Zedillo pudo pasar con mucha dificultad algunas reformas como el incremento del IVA del 10 al 15 por ciento, festejado en gran forma con la Roqueseñal de su coordinador parlamentario en la Cámara de Diputados, Humberto Roque Villanueva.

Sin embargo, quienes nada pudieron hacer por tener ya no sólo la Cámara de Diputados, sino el Congreso de la Unión en contra, fueron los dos presidentes salidos del PAN.

Cuando Vicente Fox frenó los caprichos, sueños de poder e intereses particulares de Jorge González Torres, quien intentó quedarse con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, el verde-ecologista impidió a su partido aprobar las reformas estructurales que el PAN tiene en la mesa 12 años atrás.

Reformas como la fiscal, energética y laboral ahí quedaron, simplemente como simples esbozos de lo que podría ser el paso de México hacia un país moderno, que apuesta a valerse por sí mismo, porque sin ellas se mantienen los bajos ingresos del Estado mexicano, una mediana productividad y competitividad y un sector energético donde a pesar de ser productor, se maneja peor que los países sólo consumidores.

Como los partidos en México están lejos de establecer acuerdos como en los países de gobiernos parlamentarios, con alianzas que permitan el avance de las naciones por sobre el interés partidista, por el momento es preciso darle todo el poder a un solo partido, sea para bien o para mal. Y si fue para mal, cobrárselo en la siguiente elección porque México ya no puede permitirse más inmovilidad.

II.- Votar diferenciado sólo permitirá mantener una política de chantajes y grandes beneficios económicos para los diputados y senadores de partidos como el Verde Ecologista, Nueva Alianza, del Trabajo y Movimiento Ciudadano, beneficiarios de los “amarres” para poder pasar alguna iniciativa al partido en el gobierno.

Votar diferenciado provocará, también, incrementar el poder político de los gobernadores quienes, con un presidente contrario a su partido, tienen a sus diputados y senadores, por escasos que sean, como moneda de cambio para negociar mayores partidas presupuestales para sus estados y enriquecer los bolsillos propios, como hemos visto en varios estados como Coahuila, Veracruz, Quintana Roo, Tamaulipas, Nuevo León, Oaxaca y algunos otros.

En estos momentos de país, mientras no exista civilidad y responsabilidad política de los partidos y sus élites, es una prioridad darle valor al voto, es darle el total beneficio de la duda a cualquiera de los proyectos y para que demuestren al ciudadano su capacidad o incapacidad para dirigir al país.
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