Por Renato Consuegra
México, D. F., a 17 de junio de 2012.- Sólo era cuestión de tiempo para identificar las puertas de
entrada y, como caballitos de Troya, herir desde dentro a un movimiento
espontáneo y por lo mismo transparente. #yo soy 132 pasó a ser una anécdota
más. Quizá, para honrar a sus iniciadores, podríamos considerarlo como un buen
intento de organización ciudadana juvenil.
Los partidos políticos son una gran maquinaria devoradora
del interés general para imponer los beneficios particulares y de grupo. Son un
aparato insaciable que impide la ciudadanización de la política y bloquea el
avance democrático del país.
Pretenden continuar el trato de menor de edad a los
ciudadanos y obtener el poder político a partir del gran dominio económico,
conseguido como resultado de los puestos gubernamentales y de representación
popular que logran. Los recursos del estado mexicano a través del IFE, pero
también los que se desvían de los presupuestos federales y estatales y hasta de
dinero sucio, se los permite.
Los mexicanos, desgraciadamente, aún no logramos pasar a la
etapa de ciudadanos. Primero tuvimos gobiernos paternalistas que, sobrada la
riqueza del país, contaron con recursos para “salpicar” y que nadie levantara
la voz en contra del robo descarado, mientras sus dirigentes se apoderaron de
todo cuanto pudieron.
“Papá Gobierno” se encargó de repartir tierras “a todos”, de
dar seguridad social, de entregar subsidios a los alimentos básicos y bienes y
servicios de interés general como combustibles y electricidad, con el fin de
ganar simpatías y doblegar resistencias. Todo mundo se quedó sentado, a la
espera de lo que le regalaran.
Hoy todavía miramos en los suburbios en la capital de la
república y las grandes ciudades, pero sobre todo en los barrios populares de
las ciudades medias y pequeñas y el campo, cómo la gente está a la espera de
que alguien les regale una playera de 25 pesos o una gorra de 20 o una
sombrilla de 45.
Se permitió la corrupción como modus operandi para completar
los salarios de los burócratas y alimentar las aspiraciones personales de los
dirigentes, además de convertirse en un freno para quien pudiera siquiera
pensar en denunciar, pues forma parte de la maquinaria.
Este fenómeno se cristaliza el día de las elecciones. Salvo
los informados e interesados en la vida pública del país, la gente deja de
votar por la mejor opción o la menos peor. El voto se convierte en una moneda
de cambio por un paquete de seis láminas de cartón, una despensa, 500 pesos o
mil pesos, la promesa de una pensión para adultos mayores, un piso de concreto
o la integración de cualquier otro programa social de los estados o federal.
A eso han remitido los grupos de poder dentro de los
partidos políticos, la vida pública de México: a un trueque.
Tras los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985 hubo una
eclosión ciudadana. Surgió un gran número de organizaciones de la sociedad
civil. Muchas lograron sumar simpatía ciudadana y capacidad política, pero,
posteriormente, fueron cooptadas por los partidos políticos, principalmente los
de la llamada izquierda. Sus dirigentes alcanzaron cargos públicos y muchos se
enriquecieron al acercarse “donde hay”.
Personajes como Santiago Creel, que participó en el
plebiscito para la reforma política en el Distrito Federal y posteriormente fue
consejero del IFE, cayó al PAN luego de haber coqueteado con el PRD. Así se
pueden contar José Agustín Ortiz Pinchetti, Juan Molinar y muchos otros.
Hoy fue absorbida Isabel Miranda de Wallace, por la
voracidad de los partidos. Pero hay otras organizaciones “ciudadanas” que por
participar de los recursos económicos que la política ofrece, sin declararse
abiertamente partidistas, le hacen el trabajo a los institutos políticos o a
bien los gobiernos.
A la irrupción de #yosoy 132, que parecía convertirse en la
Primavera Mexicana, no le permitieron, siquiera, madurar y convertirse en la
fresca brisa que propiciaría un cambio en la forma de actuar, sentir y ver los
asuntos públicos del país.
Desde este espacio advertimos el riesgo por la intromisión
en el movimiento de protesta de jóvenes estudiantes, por parte de líderes de
opinión y personajes famosos ligados a Andrés Manuel López Obrador, porque al
hacerlo, se pervertiría el movimiento iniciado en la Universidad Iberoamericana
y daría armas a quiénes lo criticaban.
Ocurrió. Amloístas y priístas lo infiltraron y hoy se
encuentra a la deriva. Pese al debate de este martes 19, #yosoy132 ya no fue la
luz de la Primavera Mexicana. Se aplaza para mejor ocasión.
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