miércoles, 6 de junio de 2012

Contracolumna

PEÑA NIETO, EL “PIRRURRIS” DEL PRI

Por José Martínez M.
México, D. F.- Los estigmatizó. Hoy, los jóvenes de la Universidad Iberoamericana se han cobrado la afrenta. En su seno ha nacido un movimiento estudiantil que ya se extiende a 54 universidades, incluida la UNAM, para cuestionar a Televisa y al PRI, almas gemelas, que emprendieron un amasiato para dar paso a la farandulización de la política. No es fortuita la relación de los aspirantes a la nueva pareja presidencial: Peña Nieto y la “Gaviota”. Mitad PRI-mitad Televisa.

Cuando Peña Nieto visitó la Ibero, exigió dos cosas: 900 lugares para sus “invitados” (acarreados para cosechar aplausos) y un telepromter. Los jóvenes se irritaron porque Peña Nieto pretendió convertir en un set de televisión a la universidad y, aún peor, incurrió en evasivas sobre la represión a los ejidatarios de Atenco durante su gobierno. Se confirmaba, pues, lo que ya antes advertía el influyente diario Los Angeles Times que atinadamente lo había definido: “Peña Nieto es bello, pero superficial”.

Pero detrás de este movimiento de universitarios hay innumerables páginas en nuestra historia donde los estudiantes han sido protagonistas y es lo que Peña Nieto ignora, pues como lo demostró en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, está muy ajeno a la cultura y muy distante de los jóvenes.

Peña Nieto sí que es simplemente un “pirrurris”, un invento de Televisa. Para nada estaba equivocado el maestro Luis Javier Garrido cuando apuntaba que en México “todos somos priístas hasta que no demostremos lo contrario”.

Luis Javier Garrido fue un brillante escritor y maestro, integrante de una familia de destacados universitarios. Su padre, Luis Garrido Díaz, abogado y filósofo, ocupó la rectoría de la máxima casa de estudios en dos periodos consecutivos, de 1948 a 1953.

A propósito del movimiento universitario que se vive de cara a las próximas elecciones del 2012, recuerdo una de las obras del maestro Luis Javier Garrido, su célebre ensayo El Partido de la Revolución Institucionalizada. Reflexiono sobre el tema de los universitarios y el PRI porque hay un punto en común: la UNAM alcanzó su autonomía gracias al movimiento estudiantil de 1929 y el PRI nació ese mismo año bajo las siglas del PNR (Partido Nacional Revolucionario).

Aunque nos duela aceptarlo, por desgracia, muchas de las transformaciones del país han surgido a partir del PRI, como ahora donde ya suman 35 universidades del país, incluida la UNAM, en su rechazo al regreso del PRI al poder. No es fortuito que se sumen decenas de miles de estudiantes a este movimiento que salieron de las redes sociales a las calles para manifestar su indignación. “Somos más de 132, somos miles, cantando, gritando, soñando, moviendo. Estamos despertando a los que permanecen dormidos, a los apáticos, a los corruptos, a los manipuladores, a los gobernantes que se quieren seguir hinchando los bolsillos de dinero. Es tiempo del cambio”.

Esas son las palabras de los asambleístas de 54 universidades reunidos el miércoles 30 de mayo en Ciudad Universitaria donde acordaron conformar 13 mesas temáticas para hacer un plan de acción de cara al proceso electoral del 1 de julio.

Junto con Argentina, México ha sido uno de los precursores de los movimientos estudiantiles en Latinoamérica. Justamente el 21 de junio de 1918 nació en Córdoba, Argentina, el primer movimiento estudiantil de gran importancia en América Latina.

La reforma universitaria, que más tarde se extendió por toda América Latina, significaba mucho más que un episodio estudiantil; su trasfondo fueron la Guerra Europea, la Revolución Rusa, aunque de menor importancia en América Latina en estos primeros años, y la Revolución Mexicana.

En cuanto a México, el año de 1929 constituyó un periodo especialmente crítico del gobierno revolucionario. México salía apenas de la etapa armada; los hechos y las ideas de la Revolución estaban frescos. En ese año se fundó el Partido Nacional Revolucionario, el PNR.

Hombres del lustre de Justo Sierra propusieron generar una Universidad Nacional que fuera también autónoma, pero fue el movimiento estudiantil de 1929, el que obligó al gobierno del presidente Emilio Portes Gil a otorgar la autonomía universitaria.

“La Universidad se hizo autónoma por la revolución de nuestra palabra, nuestra huelga y nuestra sangre”, dijo Alejandro Gómez Arias –presidente del Comité de Huelga del movimiento estudiantil de 1929 por la autonomía universitaria–, palabras que quedaron grabadas en el Palacio de la Autonomía desde 1929 como referencia a la protesta protagonizada por aproximadamente dos mil estudiantes, cuyas bases ideológicas se sustentaron en propuestas de varios pensadores mexicanos, entre ellos, el maestro Justo Sierra.

Queda claro que los movimientos estudiantiles son grandes transformadores de nuestras sociedades, esa es la herencia que recogen hoy los estudiantes de la Primavera Mexicana, que buscan incidir en los cambios que reclama el país. Por eso deseo concluir, que es un honor ser 132.